Retrato de un Atardecer

El joven caminaba por los jardines con solo dos cosas en mente: Admirar un paisaje mientras era iluminado por los destellos anaranjados que el crepusculo les ofrecia y pintar aquella bella imagen que sus ojos podian admirar con plena dicha. Se sento en un lugar estrategicamente escogido. Mientras en sus piernas colocaba un pliego de tela, una de sus manos sostenia delicadamente un pincel y a su lado estaba otra de sus herramientas importantes, la tinta, una tinta negra para comenzar un bosquejo.
Y así, el joven remojo el pincel de tinta y la punta fue a deslizarse con gracia sobre el lienzo, comenzando a igualar el paisaje que tenía frente a si en color negro. Aunque esto no le era de su total agrado, pero un pedido es un pedido y ese cuadro su dueño no lo queria con color, un desperdicio penso el joven a sus adentros, pues los colores que presenciaba en aquel momento era toda una exposicion de belleza.

Caminaba con paso ligero hacia el Yuwaku, comenzaba a anochecer, y realmente, le preocupaba encontrarse sólo por aquellos jardines. Claro, que si lo pensaba bien..., era peor que no estuviera solo... Aquel sólo pensamiento, le hizo acelerar su paso.
Un poco más allá, un hombre parecía absorto en la contemplación de un paisaje. Asakaze se acercó un poco, hasta llegar a observar lo que aquel hombre veía. Sonrió ligeramente, era normal que se hubiese perdido en sus pensamientos allí. Era un hermoso paisaje...
Al acercarse un poco más, descubrió que aquel hombre, en realidad, realizaba un hermoso dibujo.

_Muy bello, - dijo con voz suave - pero sería aún más hermoso si tuviera los colores del atardecer...

Dio un respingo, la verdad estaba tan absorto que por un momento se sintio parte de aquel paisaje. Alzo la cabeza y obserjo al bello joven que lo habia sacado de su ensoñacion. Le dedico una pacifica sonrisa propio de aquel rostro tan afable, en parte su sonrisa era a saber que aquel joven estaba de acuerdo con sus pensamientos.

- realmente no realza la belleza, de esta forma se ve tan opaco -suspira-

- Pero hay personas que realmente no sienten tanta admiración por el color... cuando el color es vida y sentimientos -continuo con el dibujo-

Colocó su kimono elegantemente y se sentó a su lado. No pudo evitarlo, no conocía de nada a aquella persona, pero tenía una sonrisa encantadora y, una persona que dibujaba tan bien no podía ser mala, ¿no?
De nuevo volvió a observar aquel dibujo.

_Pues sigo creyendo que es una lástima - su mirada volvió a posarse sobre el paisaje - Tiene razón, el mundo está lleno de colores, eso forma parte de su hermosura... Y, perdone mi indiscreción, señor, ¿es usted acaso pintor profesional?

Tenía que serlo para hacer dibujos tan hermosos...

Asiente ligeramente con la cabeza. La verdad es que la compañia del joven le relajaba en lugar de distraerle, ¿y por que? En ocasiones consideraba la compañia como una mejor forma de disfrutar su trabajo, la buena compañia. Se distrajo un poco y apartó los ojos de su arte para mirar al joven y contestó de forma correcta a su pregunta.

- Se ve que eres un conocedor -le sonrió-

- Me dedico a las pinturas y retratos, mas que mi profesión es mi vida...

"Se ve que eres un conocedor", le dijo y Asakaze bajó la vista avergonzado. Sus mejillas se habían sonrojado de repente.

_No, que va... Nada de eso... - dijo negando con su cabeza repetídamente - Nunca podría compararme con un entendido...

La mirada de aquel joven le hacía sonrojarse. Intentó devolverle la mirada con una amplia sonrisa.

_Yo no tengo idea de dibujo ni de pintura. No está en mí esa habilidad..., supongo que eso me hace admirar aún más a la gente con las dotes necesarias para plasmar en un papel todos esos sentimientos, toda esa belleza.

Volvió a bajar su vista de forma humilde.

_Le envidio, señor... Realmente es bello don... - dijo sonriente.

Su mirada volvió a perderse en aquel paisaje.

Sonrio un poco divertido antes la reacciones del joven, le paresia que su solo rostro y gestos deslubraban inocencia. Detubo de nuevo su pincel para mirar con mas detenimiento al joven.

- No tienes por que envidiar, la belleza no debe ser envidiada si no admirada -tomó uno de los mechones del joven.- Este paisaje en cambio, se ve opaco ante tu deslumbrante belleza y creo pensar que siente envidia al ver como le has robado la atencion de este humilde pintor.

Inclinó la cabeza de forma educada.

- Pero como acabo de decir, la belleza no debe ser envidiada si no admirada, entonces debes sentirte alagado -señaló alrededor- ahora estos jardines, el cielo adornado de una tuene luz naranja e incluso el sol que se oculta al orizonte, toda este paisaje te admira y hace resaltar tu encanto natural. -Besó su mechon de cabello para despues soltarlo y con una dulce sonrisa, continuo su dibujo hasta terminarlo.-

El rostro de Asakaze se volvió completamente rojo ante los halagos de aquel hombre. Permaneció con la mirada baja mientras el pintor acariciaba el mechón de su cabello, llegando incluso a besarlo con aquellos tentadores labios...
Mientras el pintor acababa su dibujo, Asakaze respiraba agitadamente, observando aquel paisaje. ¿Él? ¿Compararse con aquella belleza? ¡Imposible!
Su rostro seguía encarnado, y el houkan colocó sus manos sobre él, intentando ocultar su rubor. Estaba seguro que podía verse a muchos metros de distancia... Nadie le había dicho nunca nada tan hermoso...
Intentando calmar su turbación, observó cómo el joven señor acababa su dibujo.
Cuando lo vió finalizado no pudo menos que sonreir.

_Incluso sin color se ve hermoso... - dijo con voz suave.

Sonrió y dejó el dibujo a un lado. Miró al joven y abrió un poco los ojos, sorprendido del rubor que mantenian el rostro del joven. Alargó la mano para tocar una de sus mejillaz y se sorprendio de lo suave que eran al tacto. Mas aun le sorprendió la calides que estan tenían, debia ser por el rubor...

- Tambien se ver hermoso con color joven amigo. -Dijó sonriendo, para despues retirar la mano-

- ah, si no me he presentado.. que descortesia la mia. -inclina la cabeza- Mi nombre es Tsubame Himemiya

Sintió la mano del pintor posarse sobre su mejilla. No pudo moverse, sus ojos parecieron perderse en los del pintor.
"Mi nombre es Tsubame Himemiya", le dijo sacándolo de sus pensamientos.

_Ah,... Encantado de conocerle, Himemiya-sama. Mi nombre es Asakaze Kaizen - se presentó respondiendo a su reverencia con otra, una reverencia profunda como las que realizaba ante los clientes importantes que visitaban el Yuwaku - Soy un simple houkan del Yuwaku, para lo que pueda servirle...

- Asakaze Kaizen, interesante nombre -Se recuesta sobre la hierva y observa el cielo.

- Ah, vaya... un joven houkan, es la primera vez que tengo una conversacion con uno. -Cierra los ojos- Nunca me ha llamado la atencion ir a ese lugar. -Lanza un suspiro-

- No te ofendas mi joven amigo, es solo que no es la clase de lugares que este pintor frecuenta. -sonrió-

El joven houkan le mira desconcertado.

_¿La clase de lugar que frecuenta? - le dice apoyándose en sus brazos, enfrentando su rostro. Uno de los mechones de su cabeza cae hacia la cara del pintor - Parece cierto que no ha estado nunca en el yuwaku...

Por un momento, Asakaze teme que aquel hombre tan amable haya confundido a los houkan con simples prostitutos. Aquello le ofende en cierta forma, pero intenta no perder su amabilidad ni sus buenas maneras.

_Quizás algún día debiera probarlo, mi señor. Los houkan no somos personas importantes, pero intentamos hacer arte a nuestra forma. Humildemente, nos esforzamos por transmitir la belleza de un atardecer como este con nuestros cantos, con nuestras danzas o con una simple ceremonia del té. Nos contentamos con llevar un poco de paz y tranquilidad a la vida de nuestros clientes, solo eso...

Su voz no suena a reproche, pero intenta dejar las cosas claras.

_Alguien como usted, un artista, sería la persona más indicada para apreciarlo, y muchos houkan estarían dispuestos a pagar por un retrato suyo.

Colocando sus cabellos, vuelve a sentarse al lado del joven pintor, apoyandose ligeramente en un brazo mientras baja su mirada pensativo, quizás un poco triste.

Tomó el mechon cuando sintió este sobre su rostro, aun mantenia los ojos cerrados pero sus labios curvaron una divertida sonrisa.

- no lo digo por que crea que sea un mal lugar, pero soy alguien reservado.

Soltó el mechon y siguio escuchando al joven, hasta que este por fin termino de hablar. Se incorporo, sentandose y volteo su rostro hacia el lugar donde el joven se encontraba. Le mostró una humilde sonrisa.

- Quizas -repitió- es solo que me abrumaria estar alrededor de tanta belleza.

Miró hacia el cielo.

- y la verdad es que prefiero la libertad, ver la belleza en su naturaleza... aunque no estaria mal visitar ese lugar y hacer realidad ese "quizas"

"Quizas -repitió- es solo que me abrumaria estar alrededor de tanta belleza". Asakaze no supo como reaccionar, le gustaban las palabras que le decía aquel pintor.
Finalmente, bajó su rostro, sonriendo.

_Lamento si he sido descortés con usted. Creo que le juzgué mal... Tiene sus razones y las comprendo. Perdone si le he ofendido...

Vuelve a mirarle a los ojos, tiene unos hermosos ojos que parecen hipnotizarle cada vez que los mira.

_Si algún día se decide a venir por el Yuwaku, será un honor tocar para usted.

-¿Tocar?

Continuo con su mirada el cielo, el anochecer se acercaba lentamente, el cielo oscurecia y dejaban de verse esos tenues rayos de luz para dar paso a un azul mas profundo. Una que otra estrella ya hacia su aparición.

- La musica es hermosa, me encantaria escucharte.

Asakaze sonrió al oir aquello.

_Es mi pasión, ¿sabe? La música nos transporta lejos de donde nos encontramos, nos sitúa en sitios diferentes, con personas diferentes, explica historias y alegra los corazones tristes o enternece los duros.

Su vista se dirigió hacia el cielo, ya comenzaban a verse las estrellas.

_¡Ah! - gritó sorprendido - ¡Es tardísimo! Me matarán si llego tan tarde...

Con prisa, se levantó y sacudió su kimono, dispuesto a irse. Sin embargo, antes de hacerlo pareció dudar. ¿Cómo volver él sólo por un camino lleno de peligros y en plena noche?

_Ni siquiera llevo una linterna... - pensó en voz alta - ¿Cómo haré para llegar al Yuwaku?

Le aterraba adrentarse en la oscuridad que poco a poco comenzaba a cernirse sobre ellos, pero, ¿qué hacer si no?