Fideos (¿con sange?)

Se dirigió al puesto de fideos, dispuesto a comer algo antes de volver con su señor.
No parecía haber mucha gente en el local y Kotetsu se sentó cerca de un joven esperando a que le sirvieran. Cuando tuvo su bol frente a él probó un poco y puso cara de desagrado.

_Están fríos - dijo en voz baja.

Odiaba que le pusieran los fideos fríos. Con un movimiento de su mano llamó al chico que se los había traido. Cuando le tuvo cerca lanzó los fideos cerca de él.

_Hasta que no veas que hierven no te atrevas a traerlos - le dijo.

El joven se inclinó ligeramente y recogiendo el bol corrió a servirle otro. Kotetsu observó al joven de pelo rubio. Le sonaba de algo, ¿formaba parte del Yuwaku o le había visto allí como cliente?

_Perdone, ¿nos conocemos? - le preguntó al fín.

¿Vendedor de kimonos?, sí..., seguramente de eso le sonaba...

_Ya veo..., puede que sea por eso..., sobretodo si suele ir a vender al Yuwaku...

Volvieron a colocar otro bol de fideos frente a él. Esta vez, sí parecían estar en condiciones. Kotetsu los probó, bueno..., estaban pasables.
Comenzó a comer mientras su vista se perdió en un punto inconcreto. No era muy común alguien con el pelo rubio oscuro por aquellas tierras. ¿Seguro que le había visto allí?
Volvió a mirarle de reojo.
Sí, seguramente había sido en el Yuwaku, debía proveerles de kimonos. Intentó apartar aquellos pensamientos de su cabeza mientras se centraba de nuevo en su comida.

_Si, la verdad es que sí... - pensó frunciendo el ceño.

Aún así, a veces, pensaba que no iba lo suficiente. No le gustaba que su hermano estuviese allí a merced de cualquier hombre que quisiera estar con él, pero ya no sabía que hacer para hacerle cambiar de opinión y, a base de ir a verle, había acabado agradándole la compañía de los houkan.

_No es un mal sitio, suelen atenderte bien... - intentó justificarse. - Me gusta ir a relajarme un poco de mis obligaciones cuando tengo algo de tiempo...

Claro que cuando lo hacía procuraba que su hermano no lo supiera, o eso creía él... Delante de su hermano pequeño, le gustaba aparentar que era una persona noble y respetada, alejada de todo aquel mundo. Con él, le gustaba comportarse como su hermano mayor... A su espalda, le gustaba disfrutar de la compañía de los houkan en todos los sentidos...
Quizás por eso, odiaba que Asakaze permaneciese allí. El sólo hecho de pensar que alguno de los clientes del Yuwaku trataba a su hermano como él trataba a los houkan le hacía hervir la sangre.

El joven que se encontraba a su lado terminó de comer sin apenas prestarle atención en apariencia. Kotetsu siguió con su bol hasta terminarlo también.
"¿Le molesta si fumo?", le preguntó su acompañante. El samurai observó la pipa de fina plata que sacó de su yukata.

_Sólo si me permite invitarle a un poco de sake - le respondió mientras le encendía la pipa - Tengo algo de tiempo libre ahora, y no me gusta beber sólo...

Llamó al chico con un gesto de su mano y encargó una jarrita de sake con dos copas. Sirvió una a su acompañante y otra para sí mismo. Bebió la suya de un sorbo mientras observaba al joven. Tenía una belleza exótica que le atraía con fuerza, delicado pero fuerte, casi agresiva, con aquellas uñas largas pintadas de negro. No podía negarse que era bello, y muy elegante, tanto en sus ropas como en sus movimientos.

_Disculpe que no me haya presentado, mi nombre es Kotetsu Kaizen - le dijo mientras observaba cómo bebia su copa de sake de un sorbo, sin inmutarse siquiera.

No, no se había equivocado con él. Aquel joven tenía un carácter fuerte, tratar con él no era como tratar con un houkan inocente y complaciente. Aquel joven sabía lo que deseaba y le gustaba llevar el control de la situación.
Kotetsu sonrió complacido. Sirvió otra copa a su acompañante sin dejar de mirarle. Se imaginaba aquellas largas uñas negras clavandose en su piel mientras sus labios de carmín se abrían en un gemido de placer.
Tomó otra copa de sake, intentando controlar sus pensamientos. Debía hacerlo, o acabaría lanzandose contra aquel joven en aquel mismo lugar y tenía la sensación, que hacerlo, sin su consentimiento, podía resultar peligroso. Claro que, a él, siempre le había gustado jugar con fuego...

_Y, digame... ¿dónde puedo comprar uno de sus kimonos? - le preguntó con una media sonrisa - Son realmente bellos, claro que es comprensible si los han hecho una manos tan hermosas como las suyas...

Cogió una de sus manos con delicadeza.

_No es amabilidad, suelo decir lo que pienso, y he de confesarle que su presencia me ha cautivado...

Su cuerpo se acercó al del joven, susurrando sus últimas palabras en su oido.
Permaneció un instante así, disfrutando del aroma del joven, tenía un perfume particular, que despertó aún más las sensaciones en el cuerpo de Kotetsu.

_Comienzo a pensar que hay demasiada gente en este lugar, ¿no le parece? Si desea, podemos ir a algún otro sitio más discreto...

Kotetsu dejó también algunas monedas sobre la barra sin apartar sus ojos de Isaac. Al final aquella noche iba a darse bien...
Con paso decidido, se dirigió hacia él emprendiendo los dos el camino.

(Nos vamos aquí: Paseo nocturno...