siempre hay una primera vez

nervioso, no era lo que sentía, en realidad estaba al borde de un ataque, era la primera vez que recibiría a un cliente...
esperaba con impaciencia a que llegara alguien, poder servirle debidamente, sin meter la pata...
tan nervioso se encontraba que ni se dió cuenta de que había una persona en la puerta, al instante se inclinó haciendo una reverencia

- b-bienvenido sea!- estaba mareado, no quería fastidiarla al principio...

Abel parpadeó y se quedó estático, tratando de saber que estaba diciendo aquel hombre, su japonés era todavía muy rudimentario, básico y aún le costaba descifrar y analizar las oraciones de forma completa sin trabarse. Había estado dando vueltas por la ciudad como un trompo, se había perdido de forma irremediable, tratando de averiguar donde estaba la embajada holándesa.

-¿Dónde..?.-tartamudeó, sus ojos azules se movieorn de forma inquieta, notando que su ropas europeas creaban un fuerte contraste con el cuidado y refinado ambiente japonés de aquel lugar que no sabía si era una posada, una tienda o qué diablos era.

se levantó delicadamente cuando oyé que la persona que había entrado estaba algo desorientada. sus cabellos eran del color del oro y sus ojos recordaban al mar

- s-señor... si usted quisiera... puedo ayudarle en algo?- pregunto algo inquieto, este señor no era de aqui, más no sólo era su aspecto, sus ropages eran también muy extraños

Abel se relamió los labios de una forma un poco ansiosa, se pasó una mano por los cabellos para tratar de mostrar un mejor aspecto, muchos de japoneses con los que se habían cruzado y había tratado de interrogarlos para que lo orientaran habían salido huyendo al ver que era blanco y extranjero.

Se acercó unos pasos al joven, hasta sus sentidos llegó el aroma a té de jazmín que hizo que inspirara más profundamente.-¿Qué sitio ser este?.-se atrevió a pronunciar al fin, esperaba no estar haciendo el rídiculo de forma espantosa, sus mejillas se tiñeron de un ligero color rosado.

al notar que se hacercaba no pudo evitar sonrojarse también
- verá, esta es una casa de houkan...

a pesar de ser un extrangero le agrababa mucho su apariencia, era realmente hermoso, gracias a lo cual se puso más nervioso
- si usted quiere contratar algún servicio...

Abrl trató de recordar de forma desesperada si conocía la palabra Houkan, estaba seguro que la había escuchado alguna vez pero no recordaba en referencia a que exactamente. Se sintió apurado, era desesperanta lo poco que se sabía de la cultura japonesa, los extranjeros nada sabían del modo y costumbres de aquel lejano país oriental.

-¿Qué servicios?.-se pasó una mano por el cuello, algunas hebras doradas estaban adheridas a la suave y sudorosa epidermis, había estado cerca de dos horas dando vuelta por Kyoto y completamente en vano.

vió como el señor se sentía apurado, parecía no conocer lo que era un houkan
- i-intentaré explicarselo de una forma sencilla- dijo sonriendo - conoce usted a las geishas?- preguntó con atrevimiento

- n-no es eso exactamente, nosotros somos adoradores del arte, por eso se nos enseña a tocar instrumentos, a bailar, a cantar... todo para entretener al cliente, sólo por una gran suma de dinero y para clientes especiales se llega al sexo...

esperó haberlo explicado de forma clara, para que lo entendiera sin problemas, seguía nervioso pero al menos ya no estaba rojo, el señor era realmente bello, esperaba no quedarsele mirando y que se diera cuenta

- pero ahora por favor, deje que le ayude a quitarse sus zapatos

no notó el sonrojo del otro, ya que se agachó para ayudar aquitarle los zapatos, que al verlos, se quedó visiblemente sorprendido, eran de cuero y además hasta la rodillas...

una vez se los hubo quitado peguntó

- que servicios desea contratar?

- por supuesto- dijo con una amplia sonrisa- por favor, pase por aqui...

señaló con elegancia el pasillo, dar un masage era sencillo, además era algo que se le daba bien, muchos compañeros le pedían a veces que les diese uno

se arrodilló para abrir la puerta corredera
- es aqui

- por favor túmbese- dijo cuando vió que olía los frascos, una vez tumbado le preguntó- qué tipo de masaje le gustaría?- le ayudó a quitarse las extrañas ropas, aunque en realidad lo único que hacía era liarse intentando averiguar como hacerlo, entonces, entendió el sistema y consiguió desvestirle

su cuerpo estaba muy bien formado, así echado en el suelo parecía aún más alto de lo que era

asi, tumbado sobre el futón esatba su primer cliente, estaba preparando todos los aceites para el masaje cuando oyó que le preguntaba su nombre con un gracioso acento extranjero

- soy mitsuoki, y su nombre cuál es?- hizo la pregunta sin usar un vocabulario complicado, como debería haber hecho, para que le entendiera- necesito saber si quiere entablar alguna conversación durante el masaje o desea estar en silencio

- abe... aber... aberu?- se avergonzó de no poder pronunciar bien su nombre, era algo penoso proviniendo de un houkan...

Se frotó las manos para que no estuviesen frías al contacto y empezó a masajear un poco los hombros, el señor tenía formados muchos nudos, lo que le sorprendió.

- para qué habéis venido por esta zona? es algo inusual tener extranjeros por aqui- dijo para poder entablar una conversación

- su padre?- preguntó sorprendido, era algo inusual que viniera desde tan lejos para encontrar a su padre.- si hay algo en lo que pueda ayudar... sería un honor que me eligiera para agilizar su búsqueda- se ofreció, no solo por cortesía, sino que le llamaba mucho la atención y le había picado la curiosidad de saber cómo era el padre de aquel extranjero

- déjeme pensar...- elevó la mirada al cielo, alguien que fuera su padre no podia ser olvidado, sin embargo no recorbada a ver visto a nadie asi a parte de él.

cuando volvió a mirarlo le mostraba sus ojos, tan intensos que te dejaban atrapados...

- n-no, no recuerdo que haya visto a nadie asi...- articuló de inmediato apartando la mirada para que no notara su sonrojo

bajó las manos a los riñones para seguir masajeandolo